La mayoría de las personas no tiene ojos para ver el problema de la invidencia. La sociedad avanza rápidamente y ese el problema, el exceso de velocidad al cual nos adaptamos, que nos ciega a todos y somos incapaces de ver problemas tan visibles como el de la invidencia. No obstante, cada cierto tiempo, un pequeño rayo de luz nos ciega, nos hace disminuir la velocidad, parar nuestro bólido progresista, echar la vista atrás y ver, pensar y recapacitar.

Seguirán torciendo esquinas perros lazarillos, seguirá habiendo gente que ayude a invidentes a bajar un bordillo, al cruzar la calle, la señal luminosa del paso de peatones seguirá teniendo como banda sonora ese pitido que hace de ojo avisador de aquel que lo necesite. Pero si a todo esto le añadimos la tecnología móvil, el panorama se vuelve más prometedor con el único fin de que la urbe ya no sea un impedimento para la invidencia.
Termino haciendo una pequeña reflexión: hay que saber distinguir lo invisible de lo invidente. Que ese prefijo "in" no nos haga dudar de lo que se ve y de lo que no.
Manuel Rodríguez Fuertes
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